Hace algunos años, académicos vinculados a las ciencias sociales y al feminismo iniciaron, desde diferentes frentes geográficos, un proceso de teorización / investigación de las nuevas corrientes iliberales, conservadoras y fundamentalistas que se han asentado en el mundo: desde las emergentes campañas “antigénero” en Europa, África y América Latina (La Manif Pour Tous, ConMisHijosNoTeMetas, Salvemos las 2 Vidas, etc.) hasta los renovados y “postdigitales” partidos de extrema derecha en Occidente (Fielitz y Thurston, 2018).
A la fecha, existe un consenso, más o menos amplio, sobre la necesidad de explorar,
no solo las estructuras nacionales de estas campañas, sino sus imbricaciones,
que van de lo local a lo transnacional (Korolczuk, 2014; Corredor, 2019;
Federici; 2018): difusión e intercambio de discursos y repertorios de acción,
traslado de activistas reaccionarios de país a país, entre otros.
Del lado particular de los autodenominadas agrupaciones
“provida / profamilia” (responsables de liderar las cruzadas contra la llamada
“ideología de género” a través de protestas, activismo online, etc.), Patternote,
Corrêa y Kuhar (2018) han usado la categoría “campañas transnacionales contra
el género para enfatizar su alcance global y subrayar su perfil específico en
el panorama más amplio de la oposición al feminismo y los derechos LGBTI”.
Estas campañas, más allá de representar un grupo en
particular (religioso o político), funcionan mediante una articulación
multiescalar de actores conservadores, entre los que se pueden encontrar
evangélicos de corte fundamentalista, católicos integristas, libertarios, personajes
representativos de la extrema derecha, entre muchos otros.
En referencia al caso específico de actores evangélicos
“antigénero” en Ecuador, en 2019, se analizo cómo, en el contexto ecuatoriano,
se entretejen redes y formas de activismo que remiten a la esfera
transnacional.
Ecuador, al igual que la mayoría de países de América Latina en los últimos
años, ha sido escenario de campañas contra el género, en medio de un contexto
dominado por políticas neoliberales, y de un gobierno antidemocrático y de
corte autoritario.
Lo importante de este activismo transnacional
“antigénero” es que, más allá de expresarse como un simple modelo difusivo en el
que activistas conservadores locales adoptan discursos o formas de organización
externas (Della Porta y Tarrow, 2004), se plasma mediante coaliciones que
permiten a diferentes actores y organizaciones “provida / profamilia”
establecer redes, instituir metas, reunir recursos y efectuar cambios a nivel
nacional e internacional (Tarrow, 2005).
Parece pertinente
retomar el concepto de glocalidad (Peñas Defago, Morán Faúndes y Vaggione,
2018; Roudometof, 2015) para comprender cómo, desde un espacio local
determinado, es posible evidenciar estrategias, discursos y repertorios de
acción que se encuentran también en una escala mucho más amplia y global. Bajo
este concepto, situaré el activismo evangélico-conservador de Ecuador
–principalmente al movimiento de inspiración protestante Vida y Familia Ec, uno
de los principales promotores de la lucha “antigénero” en Quito y en el resto
del país–, en medio de las dinámicas, estrategias y procesos globales de las
campañas contra el género.
que la transformo de ser Guerrillera, izquierdista , defensora de los derechos sexuales y atea,
sus más cercanos conocidos niegan toda esta estrategia de marketing religioso.
ANTECEDENTES DEL ACTIVISMO “ANTIGÉNERO” EN ECUADOR.
Evangélicxs y campañas transnacionales para la lucha contra
la “ideología de género” (2017 - 2018)
El discurso sobre la “ideología de género” se ha
vuelto, en palabras de Tarrow (2005), un nuevo “marco global”: un conjunto de
símbolos, que, más allá de atenerse a su ambiente original, se ha trasladado a
diversos lugares del planeta.
En este sentido, David Patternote (2020) califica a la
“ideología de género” como un monstruo Frankenstein que, aunque forjado en el
Vaticano, ha podido “emanciparse de su creador” para tener vida propia y
arraigarse en múltiples escenarios. La efectividad adaptativa de este discurso
ha sido explicada por su retórica iliberal (Grzebalska y Pető, 2017), por su apelación
a valores nacionalistas (Graff y Korolczuk, 2017) y/o por despertar miedos
inconscientes relacionados con la “pérdida” de la masculinidad, la
“sexualización” de los niños, la “destrucción” de la familia, entre otros.
La globalización de este marco ha difundido de manera transnacional repertorios
de acción y estrategias para movilizar localmente a las agrupaciones conservadoras
en América Latina. Aunque en Ecuador se tiene registro de acciones “antigénero”
en la primera y en la segunda década del siglo XXI (Salazar, 2019), no fue sino
hasta octubre de 2017 que se produjo una expresión masiva del activismo
“provida / profamilia” con protestas en 25 ciudades del país. Estas
movilizaciones reclamaban las reformas del Código Orgánico de Salud y la
propuesta de la nueva Ley Integral para la Prevención y Erradicación de la
Violencia contras las Mujeres. El argumento era que ambas
“estarían ‘obligando’ a la confusión sexogenérica,
La novedad de estas movilizaciones es que, por primera vez, agrupaciones evangélicas (expresadas en nuevos movimientos como Vida y Familia) se aliaron a sectores católicos para consolidar la campaña nacional “Con Mis Hijos No Te Metas.
Del lado protestante, las
movilizaciones de “Con Mis Hijos No Te
Metas” significaron un momento clave: los grupos evangélicos dejaron de lado su
adscripción como “minorías religiosas”, y se posicionaron como verdaderos
agentes transformadores de la
política nacional 2.
Desde el inicio de la campaña de “Con Mis Hijos No Te metas, las relaciones con el ámbito transnacional fueron evidentes: se utilizaron los mismos nombres, colores y eslóganes de la campaña ConMisHijosNoTeMetas-Perú de 2016. Además, se replicaron los repertorios de acción de otras campañas “antigénero”: difusión masiva de noticias falsas en medios digitales, protestas en calles y plazas, ruedas de prensa en medios de comunicación, etc.
Unos meses más tarde de estas movilizaciones, a principios de 2018, la Iglesia Evangélica de Iñaquito (una de más involucradas en el activismo “antigénero” del país), junto a su pastor principal, Fernando Lay, invitaron a Christian Rosas, fundador de ConMisHijosNoTeMetas-Perú, a impartir una serie de conferencias acerca de activismos “profamilia / provida” y estrategias legales para “enfrentar” laspolíticas de género
Rosas trabaja como un importante operador
político-religioso en su país 3 (Motta y Amat y León, 2018) y como un verdadero activista transnacional. Según un documento de Transnacionales de la fe (2019), tuvo, desde 2017, más de 20 encuentros con líderes y políticos religiosos de América Latina.
Amediados de 2018 se catapultó como uno de los voceros principales de las
organizaciones “provida / profamilia” de la región, al intervenir en la
asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA). La misma fuente muestra que Rosas ha forjado vínculos con organizaciones conservadoras estadounidenses como Alliance Defending Freedom, que lo han capacitado en temas
sobre familia, matrimonio, y lucha contra los derechos sexuales y
reproductivos.
Rosas no fue el único activista evangélico que visitó
Ecuador en 2018. El 30
de mayo, algunas organizaciones, como Políticos Cristianos, invitaron a líderes
y lideresas evangélicos del país para participar de una conferencia impartida
por representantes del Capitol Ministries (CM)4, Ralph y Danielle Drollinger
Desde una visión conservadora y opuesta a los derechos feministas y lgbti , esta organización ha extendido sus ministerios alrededor de América Latina, en países como Honduras, México, Brasil, Perú, Uruguay, Ecuador, Paraguay y Costa Rica. Más allá de ese evento, la visita refleja el “internacionalismo” (Tarrow, 2005) en que operan las iglesias evangélicas latinoamericanas: las múltiples conexiones que estos grupos religiosos mantienen –y han mantenido desde hace varias décadas– con actores conservadores de EE. UU. y de la derecha alternativa norteamericana (Pérez Guadalupe, 2018).
Ecuador no solo es receptor de activistas “provida / profamilia”, sino que, en los últimos años, han aparecido actores “antigénero” nacionales con alguna influencia en el ámbito internacional. En noviembre de 2018, se celebró el II Congreso Sudamericano por la Vida y la Familia en Punta del Este, Uruguay, en el cual participaron activistas como Christian Rosas, Milagros Aguayo, Agustín Laje, y los pastores Jimmy y Aida Cornejo, de Ecuador
Estos pastores ecuatorianos no eran nuevos en el activismo “antigénero” local y transnacional. En 2017, los esposos Cornejo fueron parte del equipo fundador del movimiento evangélico Vida y Familia-Ecuador; además de figurar como representantes oficiales de las marchas de “Con Mis Hijos No Te Metas – Ecuador” de ese mismo año 5. Además, según un relato de 2015 de uno de los pastores (Salvemos a la Familia, 2015), los esposos Cornejo habían participado en diversos eventos internacionales “antigénero”, como la Cumbre Internacional Salvemos a la Familia, organizada por Milagros y Guillermo Aguayo de Perú.
¿Por qué son importantes estos congresos
“Provida / Profamilia”?
- El Congreso Sudamericano por la Vida y la Familia –la versión sudamericana
del Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia–, además de ser un lugar
en el que se producen nuevas redes e intercambio de experiencias, es una
plataforma que busca forjar nuevas coaliciones transnacionales “antigénero”,
para establecer metas comunes y organizar recursos para generar cambios locales
y regionales (Tarrow, 2005).
Los frutos de estos congresos se evidenciaron en junio de 2019, cuando, en la
49 Asamblea General de la OEA, el Congreso Iberoamericano presentó cinco
ponentes (entre ellos, Milagros Aguayo, de Perú) para expresar su posición con
respecto a la defensa de la “familia natural” y de la “vida de los no nacidos”
(Evangélico Digital, 2019). La presencia de estos estos sectores fue tan
importante en la Asamblea de la OEA, que el periódico Evangélico Digital mencionaba:
“Por primera vez en la historia del organismo interamericano, las
organizaciones que defendían la vida y la familia fueron abrumadoramente mayores
en número y en apoyo a aquellas que apoyaban al aborto y al matrimonio entre
homosexuales” (2019).
Estos eventos internacionales demuestran que en
América Latina se ha forjado,
entre 2017 y 2019, una verdadera campaña transnacional “antigénero” con sus redes
y estructuras propias. No se trata únicamente de una difusión impersonal de
discursos y repertorios de acción “Provida / Profamilia” en el mundo, sino de
formar coaliciones conservadoras y reaccionarias para afrontar el avance del feminismo
y las políticas LGBTI . Este fenómeno transnacional, sin embargo, no solo es
visible en estas redes de activismo conservador, sino en cómo los activistas locales
reproducen las dinámicas y estrategias de las campañas globales contra el
género. Desde aquí existe una glocalidad “antigénero”, que reproduce discursos
y repertorios de acción conservadores globales.
Joseph Salazar
* Este artículo se encuentra en el marco de la investigación de Cristina Vega y Joseph Salazar (2020): “El activismo político neoconservador en la era digital. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en los movimientos antigénero en Ecuador”. De igual manera, retomo algunos datos de la investigación de Castellanos y Vega (2019), denominada “Fundamentalismo religioso y disputas en torno al género y la sexualidad. La avanzada evangélica en el panorama socio político ecuatoriano”.
2 Algunxs autorxs, como José Luis Pérez Guadalupe
(2018), describen este traspaso en el mundo evangélico como la transición entre
la “fuga del mundo” a la “conquista religiosa”. Pérez Guadalupe da cuenta de
las tres razones (sociológicas, políticas y teológicas) por las cuales los
evangélicos empezaron a incursionar en la vida política en América Latina.
3 Motta y Amat y León (2018) señalan tres tipos de
actores fundamentalistas que operan en las campañas de “Con mis hijos no te
metas”: los operadores políticos, los evangélicos políticos y los líderes
religiosos.
Los operadores políticos consisten en líderes
“especializados” en temas “provida / profamilia” que generalmente se posicionan
como la cara pública de organizaciones “antigénero” de fachada.
4 El CM, como lo indica su página web, es una organización creada en 1996, que
busca establecer ministerios en instituciones gubernamentales, “para poder
evangelizar, educar y apoyar la formación de legisladores Cristianos” (Capitol
Ministries, 2020). Aunque esta organización empezó a expandirse desde 2010, no
fue sino hasta 2017, con la elección de Donald Trump y la fundación de un
ministerio especial de esta entidad para el gabinete de la Casa Blanca, que CM
ganó mayor importancia internacional.
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