Entre el 4 y el 12 de junio de 2019, la Corte Constitucional
(CC) ecuatoriana dispuso resolver las demandas planteadas por dos parejas
homosexuales a las Cuales el Registro Civil les había negado contraer
matrimonio. La CC discutió estos casos y retomó la Opinión Consultiva 24-17 de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en la que se recomienda a
todos los países adherentes a la CIDH reconocer el derecho al matrimonio civil
para personas del mismo sexo. Apenas se hizo noticia que la Corte tomaría una
resolución legal en este tema, las organizaciones LGBTI y “antigénero” se
pusieron alertas e iniciaron procesos de acción colectiva.
En un chat de Whatsapp en el que participan diversos activistas
evangélicos de corte conservador (la mayoría quiteños y del movimiento Vida y
Familia Ec), se empezó a discutir con gran preocupación esta noticia. En un
mensaje posteado el 4 de junio por el líder evangélico Ricardo Montero, se
mencionaba: “Señor, te pedimos que NO se apruebe el matrimonio del mismo sexo
en Ecuador. Te pedimos que nuestra nación busque a Dios y nos volvamos a tus principios
y mandamientos. En el nombre de Jesús. Amén”.
En un mismo sentir que Montero, el pastor Armando Suárez declaraba con mayor
ímpetu: “Es el momento más crítico para orar y guerrear espiritualmente en
favor de la honra de Dios, la familia y la condición moral del Ecuador. Estamos
todos en cadena de oración”. Todos los
pastores replicaron con un “amén” y con súplicas a Dios para “detener” las
acciones de la CC.
Este chat de Whatsapp tenía como función organizar a las agrupaciones
evangélicas “antigénero” para limitar toda política relacionada con derechos
sexuales y reproductivos y políticas LGBTI . La mayoría eran pastores o líderes
religiosos evangélicos, y pertenecían al movimiento Vida y Familia Ec. Todos
los nombres de este chat fueron cambiados en este artículo por cuestiones de
privacidad y ética investigativa.
¿Qué importancia tienen estas
declaraciones?
- Su relevancia radica en que este tipo de mensajes remiten a lo que Wynarczyk
(1995) y McAlister (2016) denominan “la invocación de la spiritual warfare o
guerra espiritual”. Para ambos pensadores, la guerra espiritual es una ideología
protestante estadounidense de mediados del siglo XX (pero popularizada en los
años setenta, en medio del auge radical del neoliberalismo y la Guerra Fría)
que se ha trasplantado de manera exitosa en las iglesias neopentecostales
latinoamericanas. En esta corriente, se plantea una “percepción metafísica de
los acontecimientos sociales, económicos y naturales” (Wynarczyk, 1995, p. 155)
en la cual, al estar las naciones y sus individuos envueltos por “fuerzas
malignas”, los cristianos vendrían a ser sujetos de “liberación” de este mal a
través de la oración y el compromiso con Cristo. Para el caso concreto de los evangélicos
conservadores ecuatorianos, la oración se preforma como uno de los medios por
los cuales se produce esta guerra espiritual, y en la que se pretende
desmantelar a las “fuerzas malignas del género” 7. Además de globalizarse un
tipo de teología militarista, la guerra espiritual permite forjar una identidad
política en la cual “sus intercesores imaginan ser
parte de un grupo de elite de los agentes de Dios, participando en una masiva
transformación del mundo hacia el Reino de Dios” (McAlister, 2016, p. 116).
Las acciones políticas de los
grupos evangélicos no se limitaron a la guerra espiritual. En un mensaje del 11
de junio, el pastor Suárez invitó a líderes y lideresas evangélicos, para
participar de una reunión presencial en el Semisud el 14 de junio. Al calor de
los sucesos nacionales, el objetivo de este evento era discutir sobre la
marginación e invisibilización que han sufrido las comunidades evangélicas por
parte del Estado ecuatoriano. Suárez preguntaba a los miembros del chat:
“¿Creen que con el pretexto de separación de iglesia y estado, (…) se pretende
silenciar e invisibilizar a la iglesia? ¿Y qué consecuencias tendrían las leyes
y prácticas anticristianas contra la vida, la familia y la libertad de
conciencia, que se pretende aprobar?”.
Los objetivos de la reunión en el Semisud fueron
replanteados cuando, el 12 de junio, la CC tomó una decisión opuesta a los
intereses de los conservadores: - el matrimonio civil igualitario se volvió una
realidad en el país mediante la sentencia 10-18, que modificaba ciertos pasajes
de la Ley de Identidad y Datos Civiles. El matrimonio dejó de definirse como un
contrato entre “un hombre y una mujer” para catalogarse como un “contrato
solemne entre dos personas”.
El malestar de los sectores “antigénero” estalló, y la
reunión en el Semisud era el momento perfecto para discutir las demandas públicas
de los sectores evangélicos y planificar acciones concretas en contra de la resolución
de la Corte Constitucional.
Frente a este contexto, se evidenció que los evangélicos
habían superado la clásica visión pentecostal, apolítica y pasiva sobre el
mundo (D’Epinay, 1969) para concebirse como ciudadanos activos capaces de
cambiar el rumbo de la política nacional. De acuerdo con Vaggione (2017, p. 17)
y su teorización sobre la ciudadanía religiosa, se consolidó un proyecto que
intentaba articular “una categoría de ciudadano/creyente que no solo es
ecuménica (incluye también a aquellos que no son evangélicos) sino también
transnacional”.
Transnacional, en la medida en que las acciones que tomaron los grupos
evangélicos contra el matrimonio igualitario remitieron a un proyecto
reaccionario de escala global por defender la religión conservadora-patriarcal
ante los “embates” internacionales del feminismo y las políticas LGBTI.
Así, mediante una coordinación online / offline, el
viernes 14 se reunió una representación eclesial de toda la iglesia evangélica
del Ecuador: alrededor de 70 pastores directivos de la mayoría de denominaciones
de alcance nacional y pastores de iglesias independientes, además de directivos
de la CEE y el CPQ9. Se concluyó con la firma de un documento con demandas ante
las autoridades por nuestros derechos ciudadanos y el compromiso de unidad tras
la causa de vida, familia y libertad de conciencia. Este compromiso genera un
nuevo impulso y un nuevo desarrollo de la promoción y lucha por los valores
cristianos, la vida, la familia y la libertad (Armando Suárez, 2019).
A partir de esta reunión, se
coordinaron varias actividades: organizar una movilización nacional para el 29
de junio desde las 09:00 (en la cual también participarían sectores católicos);
publicar un manifiesto en el cual se expresaran los motivos de las marchas, e
impulsar procedimientos legales para intentar revertir la resolución de la CC y
exigir una consulta popular en la que se resuelva (“democráticamente”) la
cuestión del matrimonio civil igualitario.
Además, el pastor Suárez invitó,
por medio de Whatsapp, a todxs lxs líderes y lideresas evangélicxs a participar
de una jornada de ayuno y oración del 21 al 23 de junio, en la que se
“reprendería al enemigo espiritual” y se pediría a Dios que detuviera el avance
de leyes que promueven la “falsa educación sexual” y la “ideología de género”.
Con estos acuerdos sobre la mesa, líderes y lideresas religiosos buscaron articularse con otros sectores que estuvieran organizando acciones “antigénero” en el país. El chat de Whatsapp, además de servir como una plataforma para reproducir una identidad militarista “antigénero”, intercambiar discursos y pudo coordinar acciones con Susana Quintero, líder de jóvenes evangélicos de Ambato, y con Juan Arteaga, presidente de la Confraternidad de Pastores e Iglesias de El Oro. La alianza más importante que se logró fue con el Consejo de Pueblos y Organizaciones Indígenas Evangélicos del Ecuador (FEINE) que, junto con la Pastoral Indígena Católica, se sumaban, por primera vez, al activismo “provida / profamilia” del país.
Además de apoyar las movilizaciones propias de estas organizaciones indígenas que se darían el 25 de junio en varias ciudades del Ecuador–, los pastores de este chat acordaron, junto con la FEINE, salir a las calles como un solo cuerpo el 29 de junio en Quito. A estas múltiples alianzas y conexiones nacionales entre grupos “Provida / Profamilia”, iglesias neopentecostales indígenas y mestizas, activistas conservadores, sectores católicos integristas, etc., se denominó COVIFAL: Coordinadora Nacional de Vida, Familia y Libertad. Esta organización fue la señal de un nuevo tipo de “ecumenismo” conservador que, a partir de las luchas contra el género, logró ensamblar a actores de diferente credo religioso, etnia y ubicación geográfica. Después de un arduo proceso de coordinación nacional (en la que incluso se difundieron consignas y protocolos de seguridad para las movilizaciones), se realizó la marcha del 29 de junio en varios lugares del país, incluyendo Quito.
El eslogan que utilizaron los sectores “antigénero” para denominar a estas movilizaciones fue “Resistencia Cívica”, que pretendía disociar estas marchas con algún credo religioso en particular, y vincular la lucha contra la legalización del matrimonio igualitario como una forma de “defensa” de la familia, lo “natural” y los “valores” morales. Al igual que la Iglesia católica (Kuhar, 2014) y las campañas globales contra el género, los evangélicos de Ecuador glocalizaron la retórica y estrategias seculares de estas organizaciones, y las alinearon con la coyuntura y demandas del momento.
De igual manera, Vida y Familia Ec y otros colectivos conservadores presentaron acciones legales contra la Corte Constitucional, además de enviar abogados y expertos “Pro familia” para debatiren medios de comunicación (10).
ACCIONES EN LA OEA
Y ACTIVISTAS
TRANSNACIONALES “ANTIGÉNERO” EN ECUADOR
Aun con todos los esfuerzos de las
organizaciones “antigénero” del país, la Corte Constitucional no desistió en su
resolución. En Guayaquil, el Consejo de Resistencia Fe, Vida y Familia, junto
con su presidente, el pastor Francisco Loor, continuaron con algunas acciones
en julio: denuncias en redes sociales a la Corte Constitucional, y plantones en
las afueras del Consejo de Participación Ciudadana y de la Gobernación del Guayas. De todos
modos, el 18 de junio de 2019, una primera pareja de mujeres lesbianas contrajo matrimonio en el
Registro Civil de Guayaquil y selló por el momento la discusión sobre el matrimonio igualitario.
Estas disputas por el matrimonio igualitario impulsaron la activación transnacional de los sectores evangélicos conservadores. El pastor Héctor Larrea mencionaba en un mensaje del 24 de junio que, a nivel continental (y de manera online), se estaba armando el movimiento Estrategia de Oración Jehová Nissi, que promovía la participación de la Iglesia evangélica en la 49 Asamblea de OEA. Esta comunidad online pretendía levantar ceremonias de oración a nivel latinoamericano, para detener (en términos “espirituales”) la influencia de los activistas LGBTI en ese organismo. El pastor Larrea mencionaba: Los atalayas tenemos que estar parados en el borde de la muralla mirando el camino a ver qué es lo que viene a la ciudad de Dios y desde allí levantar la voz de alarma, la voz de trompeta, la intercesión por los hijos y las hijas de Dios.
Estaremos juntos intercediendo de
acuerdo al corazón de Dios, escuchando el clamor en el cielo para hacerlo eco
aquí en la tierra. (…) Oramos por todas las delegaciones cristianas y
evangélicas y las ong que están en contra de la agenda LGTBTI. El día de hoy
nos unimos a nivel continental [sic].
Además, este pastor invitó a los miembros del grupo a apoyar, de manera “virtual”
y “espiritual”, a Gerald Bogantes, pastor evangélico costarricense y presidente
de la Alianza Evangélica Latina, quien representaría en la OEA a los jóvenes “Provida”
ecuatorianos y latinoamericanos en general.
El objetivo de este evento era impedir que se aprobara cualquier resolución internacional sobre aborto, “autopercepción” (de género) y diversidad sexual. Estas intervenciones en la OEA, junto con el apoyo online / offline de iglesias evangélicas en toda la región, es síntoma de lo que Sonia Corrêa e Isabela Kalil denominan “desdemocratización” de América Latina: “Una erosión gradual del tejido democrático de la política” (2020, p. 6), que repercute en el progreso de derechos y en la participación público-política de colectivos históricamente excluidos. En este caso, además de oponerse al orden democrático-liberal y a las instituciones que lo representan (como la misma OEA), las organizaciones “antigénero” han utilizado estos mismos organismos internacionales para avanzar en su agenda antifeminista y anti-LGBTI . Es decir, es posible constatar un proceso de desdemocratización desde dentro: un uso estratégico de plataformas democráticas para fines antidemocráticos.
Además, resulta novedoso que
iglesias y actores evangélicos que hasta hace unos años no tenían mayor interés
por participar en cumbres internacionales logren tener importantes
representantes “Pro vida/Pro familia”, y conformar redes conservadoras –y
religiosas– que apoyan el desmantelamiento de los derechos LGBTI y los procesos
de desdemocratización en América Latina.
Las acciones transnacionales de los
grupos evangélicos no se limitaron a la arena online. Cuatro activistas
transnacionales “antigénero” visitaron Ecuador para dar talleres y
conversatorios sobre temas “Pro vida / Pro familia”: Irene Squillaci, Christian
Rosas, y los esposos Milagros y Guillermo Aguayo (11).
La llegada de Squillaci, el 19 de
agosto, al conversatorio “Cristianos y Política
¿Una relación posible o
inevitable?”, fue el caso más novedoso. Ella es una pastora y activista de derecha de
Bolivia, que pertenece a la Red de Transformación Global: una organización internacional
con más de 50 sedes en el mundo y que busca, mediante principios bíblicos, capacitar
en temas de política, economía, negocios, etc. Esta pastora, además de
adscribirse como activista “antigénero” y de derechas, ha intentado sentar las
bases ideológicas para legitimar el desmantelamiento del Estado (en términos
económicos y de bienestar social) como una vía para
rescatar a la “familia natural cristiana”. En una de las conferencias en el
Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia de 2020, mencionaba:
En la medida en que empoderemos demasiado al Estado, estamos desempoderando a la familia (…). La verdadera agenda internacional para destruir la familia no es el aborto o el homosexualismo (que son agendas importantes para ellos), pero es la agenda económica. Porque si la familia no es tan independiente del Estado en su economía, no tienen una voz por levantarse y para votar correctamente, para decidir correctamente. (Squillaci, 2020)
Squillaci es un caso particular en esta articulación ideológica en América Latina
entre discurso “antigénero” y economía de libre mercado, que revela la
pertinencia de las siguientes preguntas: ¿en qué medidas confluyen los proyectos
conservadores con una renovada racionalidad neoliberal (Brown, 2016)? y ¿cómo
colisionan las ideologías religiosas con los actuales proyectos de
mercantilización de la vida?
Aunque en varios países latinoamericanos no se ha evidenciado una alianza
explícita entre gobiernos y campañas “antigénero” –a excepción de Brasil, donde
Bolsonaro ha sido el exponente mayor de las articulaciones entre conservadores
y sectores neoliberales–, es necesario analizar cómo confluyen
estas en el panorama actual. Por ejemplo, el proyecto de los grupos “Pro vida /
Pro familia” por posicionar a la “familia
natural” como el centro base de la sociedad (como afirmó Milagros Aguayo
en su ponencia de la OEA) (12) conjuga con las políticas de recortes y
austeridad neoliberal, que terminan resituando los servicios de bienestar
social (educación, salud y cuidados en general) sobre las espaldas de las
familias y de las mujeres.
CONCLUSIONES
A través del caso concreto de actores
evangélicos conservadores de Ecuador, se evidencia una campaña transnacional “antigénero”:
redes de activistas conservadores, coaliciones transnacionales con metas
definidas, difusión de discursos y repertorios de acción, entre otros. También
existe un proceso de glocalización en el que los actores evangélicos ecuatorianos
han resituado ciertas estrategias de las campañas globales contra el género en
escenarios concretos. Apelar a la ciudadanía religiosa, a los discursos
seculares y a la guerra espiritual es parte de estas dinámicas globales
“antigénero” que han tenido eco en el contexto evangélico del país.
Desde estos dos enfoques (la formación de coaliciones y el activismo glocal), el
artículo intentó apostar por una visión situada en el escenario político
ecuatoriano, para desglosar algunasdinámicas transnacionales de las
agrupaciones “antigénero”.
Cabe mencionar que desde las luchas contra el matrimonio igualitario y la despenalización del aborto en Ecuador, las agrupaciones evangélicas han logrado activarse en la arena transnacional. Gerson Almeida, pastor y abogado ecuatoriano, por ejemplo, impulsó la conformación del partido conservador PRO a finales de 2019 para, después, presentarse ante el Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia en marzo de 2020 (13) . Aunque PRO sea un intento por captar el voto evangélico y conservador en las elecciones de 2021, la fuerza que tendrá este partido aún es incierta.
Gerson Almeida en el Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia.
En el contexto actual, atravesado por la crisis social del covid-19 en el planeta, los grupos “antigénero” han replanteado sus estrategias y acciones sobre los Estados, las instituciones internacionales y la sociedad. Activistas “Pro vida / Pro familia”, al igual que otros movimientos sociales del planeta, se han especializado en llevar su activismo a plataformas online, en las que han liderado campañas digitales en contra del feminismo, los derechos sexuales y reproductivos e, incluso, contra movimientos antirracistas. En este panorama, se vuelven necesarias nuevas investigaciones y teorías en torno a la articulación entre lo digital, lo transnacional y el activismo conservador.
El concepto de Ulrich Dolata (2017) de “constitución sociotécnica de la acción colectiva” puede ser una entrada a estos problemas, al situar el espacio digital como un agente activo (y no como mero instrumento) que transforma las dinámicas de la protesta. De la misma manera, la investigación de Manuela Caiani y Linda Parenti (2013) sobre internet y extrema derecha en países occidentales puede para analizar las dinámicas digitales y transnacionales de los grupos “antigénero”.
REFERENCIAS NUMÉRICAS:
7. Una acción similar se vivió en el parque Bicentenario de Quito. El 7 de octubre de 2017, unasemana antes de la marcha de #ConMisHijosNoTeMetas Ecuador, el movimiento Vida y Familia y diferentes iglesias evangélicas llamaron a sus congregaciones para orar en contra de las políticas de género que se pretendía “imponer” a través de la Ley de Violencia contra la Mujer.
8. El Seminario Sudamericano
(Semisud) es un instituto teológico que capacita a líderes y lideresas y pastores
evangélicos, en cuestiones bíblicas y espirituales. Tiene sede en la provincia
de Pichincha.
9. El CEE es la Confraternidad Evangélica del Ecuador,
mientras que el CPQ es el Cuerpo de Pastores de Quito.
10. Véase, por ejemplo, el video del
abogado evangélico Braulio Álvarez sobre el matrimonio civil igualitario en
Ecuador:
https://www.facebook.com/843772475772893/videos/667258207017502
11. Christian Rosas y Guillermo Aguayo llegaron a Quito el 2 de septiembre de 2019 para dictar el seminario “Ideología de Género y la respuesta eficaz que demanda”. Se trataron los siguientes temas: “Semillas de maldad: desafíos culturales y mandamientos bíblicos”; 'Ideología de género: sentando las bases’; “Avance de la ‘ideología de género”; “El plan de Dios y la familia”, y “Estrategias de Resistencia y defensa”. Este evento se llevó a cabo en el Seminario Bíblico Asambleas de Dios (SEBAD) y fue auspiciado por el movimiento ViVida y Familia. Milagros. Aguayo estuvo en Quito el 12 y 13 de julio del mismo año, en un Congreso de mujeres organizado por la Denam-Sierra.
12 Se puede ver la ponencia de
Milagros Aguayo en siguiente enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=jTkdbypy6pU
13 La presentación de Gerson Almeida ante el Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia se encuentra en el siguiente enlace: https://www.facebook.com/194678404353767/videos/195401478388973
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